¡Me duelen los dientes!

Una bebida o una comida demasiado fría o caliente, la presión de algún objeto como un dedo o el cepillo sobre nuestros dientes o, simplemente, el paso del aire cuando respiramos, pueden hacernos ver las estrellas. Esas desagradables sensaciones pueden ser momentáneas o persistentes y reflejan sensibilidad dental.

Si son esporádicas y van asociadas a cualquiera de las situaciones arriba señaladas o a otras fácilmente identificables, tendrán que animarnos a modificar hábitos para evitarlas –no beber o comer tan frío o tan caliente, evitar sustancias ácidas, productos demasiado dulces….

Si se mantienen más allá en el tiempo puede que escondan caries, gingivitis, periodontitis o alguna otra patología bucal para las que habrá que buscar remedio.

La dentina queda al aire

La sensibilidad dental se produce por el desgaste de la superficie del diente o la retracción de la encía, dos posibilidades que dejan al aire la dentina, desprotegida.

Es importante saber qué comportamientos pueden producirla. Os dejamos una lista con los más comunes, de manera que identifiquéis si encajáis en alguno de ellos y le pongáis remedio a tiempo.

- Cepillado dental escaso o demasiado fuerte.

- Uso de dentífricos demasiado abrasivos.

- Abuso de comidas y bebidas con ácidos que descalcifican y erosionan el diente.

- Patologías que provocan un medio oral ácido como las estomacales (úlcera, hernia de hiato…) y las psicológicas (anorexia y bulimia).

- Masticar con excesiva fuerza.

- Estar sometido a algún tratamiento odontológico.

- Padecer alguna anomalía anatómica.

La sensibilidad dental tiene tratamiento, a base de agentes desensibilizantes, de manera que si la sufres puedes ponerle freno.

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